HISTORIAS DE UN HOMBRE DECONSTRUIDO

martes, 1 de marzo de 2011

RECUERDOS BAJO EL SOFÁ

Aunque mi casa es más bien pequeña, con bastante frecuencia algún que otro recuerdo, como si de monedas de cinco céntimos o se tratara, siempre encuentra un resquicio por el que colarse y desaparecer de mi vista; bien por un mes, bien por dos, bien para siempre.
Así ocurrió, por ejemplo, con todos los insultos que me dedicó mi mejor amigo cuando le robé la novia (corrijo: cuando se enteró de ello). Un buen día, mucho tiempo después de aquel incidente, y aprovechando un descuido por mi parte, saltaron todos de mi cabeza y se colaron por el fregadero. No habría vuelto a saber nada más de ellos de no ser porque atascaron el desagüe y tuve que recurrir a echar salfumán (mano de santo, oye). O la cara que puso mi primer jefe aquel día que llegué dos horas tarde, de empalmada tras la cena de empresa, apestando a alcohol y con la bragueta manchada de carmín; ¿Cuál no sería mi sorpresa cuando tal imagen reapareció hace un mes agazapada tras un radiador?
En fin, soy consciente de que la memoria es selectiva y sabe deshacerse de lastres. Además, tampoco querría recordarlo todo (un amigo mío, harto de no saber nunca dónde dejaba las llaves, pidió, al soplar las velas de su tarta de cumpleaños, tener la memoria de un elefante: desde entonces sólo recuerda la agradable sensación de escarbar con la trompa en el fango mientras se pone el sol en la isla de Sumatra), pero que tal fuga se produzca sin mi consentimiento es algo que me enerva. ¿Por qué no puedo elegir con qué recuerdos quedarme y cuales tirar a la basura o meter en el bolsillo de esa cazadora que no me he puesto en años?
Todo esto viene a que hoy por la mañana el recuerdo amargo al paladar y áspero al tacto (al tacto rectal, obviamente) de mi última novia el día que me abandonó entre insultos y reproches, ha atascado la aspiradora cuando limpiaba bajo el sofá.
Noemí. La llamé Noemí. Que ella se llamase Laura y yo gritase Noemí justo en el momento en que sufría una hemorragia de placer dentro de ella no la sentó muy bien. Se deshizo de mí a manotazos y en un instante me vi en el suelo, con mi miembro aún sufriendo espasmos y goteando.
—¿Noemí? ¿Te estás follando a Noemí? —gritó.
—¿Qué? ¿Qué Noemí? ¿De qué hablas? —pregunté confundido.
—No te hagas el loco conmigo, sabes de quien te hablo. Noemí, mi amiga de la facultad ¿cómo has sido capaz?
—¡Déjate de paranoias! —espeté en un vano intento por defenderme—. Nunca me he acostado con ella. Es más, ni tan siquiera sé a cual de tus amigas te refieres exactamente. ¿Noemí es la rubia o la pelirroja?
—¡Que no te hagas el loco! Sé la debilidad que sientes por las pelirrojas, nunca lo has ocultado. Y claro, de repente te encuentras a una, muy mona ella. ¡La muy puta! Y a la que me doy la vuelta te la tiras. ¡Cabrón! —soltó a la vez que arrancaba a llorar.
Bien, en todo ese enjambre de teorías y deducciones precipitadas he de admitir que sí, que algo de cierto había en lo que decía Laura. Pero estaba equivocada en un punto; no me había tirado a su amiga. Me había tirado a otra Noemí (a su hermana, para ser exactos).
Vamos, que en cuanto Laura se dio la vuelta me zumbé (hasta ahí y sólo hasta ahí todo correcto) a su hermana y no había dejado de hacerlo en dos años. La gente suele decir: «Piensa mal y acertarás». Yo añado: «Piensa peor y darás en el clavo».
—No digas tonterías. Por mucho que me gusten las pelirrojas, la única vez que he visto a tu amiga fue cuando nos presentaste. Te lo juro —respondí en un alarde de sinceridad.
Pero no me creyó y esa misma noche hizo las maletas y se marchó del piso.
—No te miento, Laura, no me he follado a tu amiga —fue lo último que la dije antes de que desapareciese de mi vida dando un sonoro portazo.
Ahí acabó todo.
No he vuelto a saber nada más de Laura, ni de Noemí (que consideró oportuno terminar con nuestro idilio en cuanto se enteró de que su hermana había cortado conmigo). Y de no ser porque algunos recuerdos se esconden bajo el sofá sólo para aparecer de repente y por las buenas, quizás con el único propósito de importunarme, hoy podría haber sido un día bastante tranquilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario